
Celestiales ruborizados
Del cuerpo y la sangre que los consumen
Y desencajan cada vez que intentan escapar…
A veces nos dejamos llevar por las fantasías
Que ingenuas se apoderan de nosotros
Inseguras, capciosas de sí mismas;
La fortaleza, no es más que un refugio propio
El rincón donde puedes ir si quieres huir
Un cuento de princesas y Señores
Solo un espacio del castillo
Con sus dragones y bufones
Hoy… el castillo abandonado
Oliente a musgo,
Sin almas, sin vidas
Y de cuervos que no son más que cuerpos…
Ni imaginar de lo que un día fueron…
Pasiones inescrupulosas
Que se aferran al recuerdo
Intentando renacer como el fénix
Donde ya no habrá más dragones
Que nos ahoguen en temores...